Compartimos la visión del analista y especialista en negocios internacionales, Marcelo Elizondo, sobre el acuerdo comercial firmado por la Unión Europea y el Mercosur.
La Unión Europea y el Mercosur han firmado nuevamente en Montevideo un acuerdo de relacionamiento estratégico, que prevé libre comercio -a través de reducciones arancelarias- y la creación de una arquitectura institucional que favorezca el comercio de servicios, las inversiones transfronterizas, y armonizaciones normativas que favorezcan cierta integración productiva.
La Unión Europea (de 27 miembros), que representa casi 20% de la economía planetaria, cuenta con unos 500 millones de habitantes (con 36.000 dólares de ingresos per cápita) y genera fuera de sus fronteras 15% del comercio internacional de bienes y 22% del de servicios. El Mercosur, de solo 4 miembros plenos -uno más está suspendido marchamos en el proceso de incorporaron endiente de una adicional, que cuenta con 260 millones de habitantes (y un PBI per cápita de unos 10.000 dólares), en tanto, es mucho más débil en esta materia y solo genera 1,5% del comercio internacional total.
La asimetría entre la dimensión de ambos fortalece para el Mercosur el valor del acuerdo, que ocurre entre un bloque de países desarrollados y otro de emergentes, uno del norte y otro del sur, uno internacionalizado y otro hasta hoy económicamente cerrado.
Este pacto aparece como un capítulo más de una política consistente de Europa (avanzó también hace pocos meses en acuerdos con Japón y Canadá), aun con desavenencias internas en el viejo continente en caso del pacto con el Mercosur, y surge a la vez como el primer hito de vinculación institucional extrarregional del Mercosur. Para el bloque sudamericano supone una modificación de raíz: puede dejar ser la región de escasa vinculación comercial externa que hoy es: el Mercosur tiene un ratio comercio internacional /PBI de menos de 30%, lo que representa un porcentaje muy inferior al 47% del total de Latinoamérica y del 58% mundial. Y, más aún, del 86% de la Unión Europea. El Mercosur ha fomentado hasta hoy el comercio entre sus miembros pero logró escasa vinculación fuera del mismo con terceros (Brasil y Argentina, sus principales miembros, son regularmente, dos de los 10 países comercialmente más cerrados del planeta) .
Se estima que este acuerdo podría generar un incremento del comercio entre ambos de hasta 50% en un tiempo prudencial, dadas las altas trabas en frontera existentes en ambos mercados hasta hoy que serán removidas o atenuadas. Y se prevé que podría incrementarse la inversión extranjera europea en Sudamérica, dada la propensión europea en la materia: 25% del stock total de inversión extranjera en el mundo pertenece a empresas europeas (ya hoy la Union Europea es el mayor inversor externo en Argentina y ello podría incrementarse).
El pacto prevé que -gradualmente y en algunos casos con plazos no menores- la UE eliminará aranceles para el 92% de las exportaciones provenientes desde el Mercosur (la mayoría, inmediatamente; y una minoría con plazo diferido) y para el resto prevé ingresos desgravados solo para cuotas. El Mercosur, en tanto, elimina aranceles para 91% de sus importaciones desde la Unión Europea (la mayoría de manera gradual y en tiempo diferido) y deja excluidos de esos beneficios al 9% restante (por considerarlos productos sensibles). Además, se remueven obstáculos para el comercio de servicios entre ambos, se permite a empresas sudamericanas participar de compras públicas en igualdad de condiciones y se profundiza el compromiso de facilitación de comercio eliminando complejidades burocráticas pactado en la OMC.
Por ende, este pacto cambia la matriz del Mercosur y lo internacionaliza, y especificamente genera oportunidades para la agroprducción por la apertura de mercados a través de la reducción arancelaria (aunque las normas no arancelarias europeas, que son complejas siguen vigentes para nuestra oferta) y puede alentar inversión europea para completar procesos productivos en el Mercosur.
La apertura del mercado europeo desde la perspectiva arancelaria es un gran oportunidad para la oferta argentina y la competencia europea en nuestros mercados generará una mayor oferta de calidad y alentará la tecnologización y el desarrollo de atributos competitivos locales. El proceso de adaptación previsto (la integración será gradual) permite tiempo para la generación de condiciones competitivas en nuestra parte.
Los tratados de libre comercio (como este) siguen siendo firmados en buena cantidad en el mundo. El comercio internacional en el globo está hoy más complejo pero las empresas encuentran mecanismos para mantener (y hasta para hacer crecer) operaciones (lo que se muestra en que las cotizaciones de las empresas globales están en muy altos niveles). Es en este contexto que han continuado en el mundo su senda de expansión para la evolución comercial internacional los tratados regionales de apertura reciproca (lo que comúnmente se denomina tratados de libre comercio). Los países siguen firmando este tipo de alianzas. Es notable que desde el comienzo de la pandemia hasta hoy se firmaron 69 nuevos tratados. En total hay hoy (según la OMC) vigentes en el planeta 373 (en los últimos 10 años se celebraron 110 y en los últimos 20 se firmaron 251).
El comercio transfronterizo global está concentrándose entre aliados y debilitándose entre quienes no son lo son: avanza el “friendshoring” y los países crean espacios de preferencias. Entre los tratados más destacados de los últimos tiempos están los firmados entre Israel y Corea del Sur, India y Australia, Reino Unido y Australia, Indonesia y Corea del Sur, India y Emiratos Árabes Unidos y Reino Unido y Canadá, y la adhesión del Reino Unido al Traspacific Partnership.
Así, este pacto incorpora al Mercosur al lote de países sudamericanos que promueven la apertura recíproca (al que ya pertenecen los de la Alianza del Pacífico) y consolida a la UE como un activo partícipe de la integración a través de normas supranacionales equilibradas. En plena crisis de las instituciones comerciales supranacionales del siglo XX, así, se ha agregado un eslabón y a más actores del lado de los que crean espacios integrados.