Coninagro, desde su perspectiva territorial y en marco político actual busca, fiel a su estilo institucional, hacer un análisis a modo de aporte a la espinosa situación económica que atraviesa el país, tomando como referencia el acuerdo que se busca firmar sobre el FMI. Este entendimiento aun no ofrece todas las certezas necesarias, aunque marca un rumbo.
En primer término se trata de un “entendimiento” y no un “acuerdo”. Todo es por ahora preliminar. Habrá que evaluar los futuros pasos para las definiciones pendientes. Sin embargo, pueden hacerse algunas evaluaciones ante lo anunciado en diversas fuentes de comunicación pública sobre el entendimiento, además de lo expresado por algún referente del FMI e inclusive con lo manifestado por autoridades argentinas:
Aspectos positivos del entendimiento
En términos generales debe considerarse que el entendimiento marca un paso adelante en el proceso dirigido a un acuerdo entre las partes. Lo que parece alejar la posibilidad de una mora en los pagos o de una cesación de pagos ante vencimientos en las obligaciones que tiene Argentina con el FMI.
El financiamiento será de US$ 44.500 (compensa deuda) y se irá desembolsando una vez aprobadas las revisiones de las cuentas públicas que hará el FMI en forma trimestral.
Esto no genera un beneficio directo, sino que evita un gran perjuicio eventual: despeja incertidumbre. Evita la cesación de pagos en el gobierno, permite el acceso a nuevo financiamiento de organismos para el fisco, y evita que al sector privado le quede virtualmente obstruido el acceso a los mercados financieros y de cobros y pagos.
Aspectos alentadores, pero aún en estado precario (sujetos a detalles en la implementación)
Se anuncia una reducción del déficit fiscal primario que comenzará con un 2,5% este año; descenderá al 1,9% en el 2023 y llegará al 0,9% en el 2024. Es bueno: ello mejora condiciones para el sector agroproductivo que requiere condiciones que alienten inversión, acceso a tecnología, adelantos organizacionales, financiamiento, estrategias a mediano plazo, estabilidad, innovación y capacidad externa. Pero aparecen dudas sobre cómo se implementará. No hay precisiones. Es urgente que se defina que no se incrementarán impuestos ni tributos de cualquier tipo, ni se trasladará el costo al sector productivo privado.
Se prevé una reducción de la emisión monetaria: se acordó que el financiamiento monetario sea del 1% del PBI este año, para luego bajar al 0,6% en el 2023 y se reduzca a 0% en el 2024, con el objetivo de converger en una situación en la cual no haya más financiamiento sistemático del Banco Central al Tesoro.
Esto es en principio muy bueno. Pero surgen dudas: no parece demasiado alcanzable si se considera que autoridades argentinas -en declaraciones públicas- han manifestado que no existe compromiso relevante de gasto público para el ajuste fiscal. Hasta se ha enunciado que no se reduce la inversión pública ni el gasto social.
Aspectos preocupantes (y que generan dudas fundadas)
El grueso de los pagos en el entendimiento con el FMI se posterga para la próxima administración. Y el mayor ajuste en el déficit también. Y ocurre que los vencimientos quedan en tiempos cercanos (fiscalmente) al inicio de algunos vencimientos relevantes en deuda con tenedores privados. No parece todo esto generador de confianza y expectativas favorables.
Se acordó un marco que tiene por objetivo mantener una estructura de tasas de interés reales que redunden en valores positivos, de modo de favorecer la demanda de activos en pesos, y contribuir a la estabilidad cambiaria y financiera.
Cabe preguntarse si se implementará sin proceder a una normalización inflacionaria o antes de lograr una sustancial baja genuina del déficit de presupuesto (que por otro lado se espera que se financie con menos emisión monetaria, lo que podría incrementar la demanda de financiamiento por parte del fisco -crownding out-) lo que podría afectar más el acceso al crédito para agroproducores, especialmente pymes.
Aspectos negativos
Se ha afirmado que no habrá modificaciones en la política cambiaria. Se produciría -según se ha dejado trascender- una devaluación del peso de forma paulatina (crowling peg) y controlada.
Debe decirse que dada la actual “brecha cambiaria” es difícil de prever que se cumpla extendida en el tiempo. La actual política cambiaria desalienta inversión, comercio exterior y desarrollo productivo; y alienta comportamientos especulativos, cortoplacistas y reñidos con una estrategia de desarrollo integral. Y esa brecha supone una exacción a las agroexportaciones.
Hay expresiones públicas relativas a que la reducción del déficit del presupuesto no se obtendrá con una baja en el gasto público, lo que hace suponer que se mantendrán los tributos a las exportaciones: los derechos de exportación, o “retenciones”. Incluso esto hace temer potenciales incrementos en alícuotas si las necesidades fiscales no se cubren adecuadamente en el tiempo previsto. Esto conspira contra la capacidad de acompañar las necesidades de evolución en la actividad productiva del sector.
En el anuncio no se prevé un plan anti-inflacionario. Para la agro-producción la estabilidad de precios generales, la cambiaria, la normalización en la tasa de interés y la recuperación de precios relativos, son todos requisitos para mayor eficiencia, más inversión, mejora productiva y más capacidad exportadora. Mas aún: se ha afirmado en las manifestaciones públicas que los acuerdos de precios van a tener un rol y un espacio importante en el esquema inflacionario. Lo que supone mantener intervenciones perniciosas en las cadenas de producción de alimentos y de productos de base agropecuaria.
La palabra del presidente
En este sentido, el presidente de la entidad, Carlos Iannizzotto, reflexionó sobre este tema al aseverar que “intentar lograr un entendimiento con el FMI sin que haya de forma paralela un plan estratégico de aliento y promoción para las pymes, la producción y la generación de empleo genuino, muestra al gobierno de rodillas” dijo el dirigente, a lo que agregó: “Esto lo confirma Fernández viajando a Rusia y a China, como queriendo no quedar mal con nadie a nivel geopolítico, pero la realidad que vive la gente en nuestro país evidencia falta de conducción y muestra a una coalición de gobierno sin liderazgo, que está perdida”, redondeó. Finalmente, el presidente de Coninagro se mostró preocupado sobre los alcances del entendimiento: “¿Este acuerdo contempla al productor y tiene implicancias que prevean mejoras para las economías regionales?”, se preguntó Iannizzotto.