La difícil situación internacional, especialmente tras el inicio de la guerra en Europa del Este, impacta en Argentina en varios planos, especialmente sobre los inconvenientes propios prexistentes que se agravan con la problemática externa. Una materia en la que ello se observa es la energética, con la situación de la producción de petróleo que en Argentina está bajo una situación crítica por el entorno político-regulativo desde hace varios años. La Argentina no se autoabastece y necesita importar, lo que desalienta la inversión y la producción.
Se debe tomar en cuenta que el precio del barril de petróleo ronda hoy los USD 100 en el mundo. El aumento del precio del petróleo que se registró en medio del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania es -por ello- un problema para Argentina, sobre todo teniendo en cuenta la brecha que existe entre el valor del barril para comercializar a nivel local –en torno a los USD 50/USD 60- y el valor internacional (llegó a superar los 100 dólares). Si bien los productores de petróleo en Argentina están obligados a abastecer primero la demanda local para poder luego exportar el excedente, los precios un 30% o más por debajo de los valores internacionales no los favorecen. Y desalientan la producción.
Por ende, hay problemas para garantizar el abastecimiento que afectan a la sociedad en su conjunto y al sector productivo agroindustrial en particular: desincentivos económicos para empresas, escasez de reservas en el BCRA para importar, dudas por las empresas sobre las condiciones para producir o importar que retrasan sus decisiones productivas y problemas globales coyunturales que hacen más complejo el mercado mundial.
Al respecto se explayó Carlos Iannizzotto, presidente de Coninagro que alertó sobre la inminente escasez de gasoil y afirmó que “es una situación que se viene produciendo desde hace semanas y en un momento pareció que se normalizaba, pero lamentablemente nos encontramos en un cuello de botella muy difícil”.
“No es una problemática de tránsito vehicular, sino que además está vinculada a la producción”, agregó. En este sentido, Iannizzotto aseguró que “son momentos importantes para la cosecha y de tener este cuello de botella, es otra piedra en el camino”.
El sector productivo, nuevamente en un marco de incertidumbre
Esta dificultad se asienta en dos planos más específicamente: el gas y el gasoil.
En 2022 se deberán elevar en Argentina las importaciones de gas licuado, tanto en cantidades como en precios. Según los precios actuales esa alza llegaría (conforme algunos estudios especializados) hasta rondar los U$S 7500 millones.
Eso supone, en primer lugar, un gran problema cambiario: ¿están los dólares para ello? No fácilmente. Y, en segundo lugar, una dificultad fiscal: ¿están los fondos públicos para destinar a la oferta de gas (la Argentina subsidia la energía)? Tampoco es fácil resolverlo.
La producción de gas en sí misma en la Argentina es un problema: no es suficiente y no crece como se esperaba. En 2019 la producción bruta de gas natural fue de 135,2 millones de metros cúbicos diarios. En 2020, como consecuencia de la pandemia, cayó a 123,2 millones, un descenso de 8,8 por ciento; y en 2021 trepó a 124,1 millones, lo que representa apenas un 0,7 por ciento más.
Es cierto que en los primeros dos meses del año sí se registró un crecimiento interanual significativo: en enero la producción de gas subió un 12 por ciento y en febrero un 10,5 por ciento. Pero si se compara enero de 2022 con enero de 2019 la producción trepó apenas un 0,6 por ciento. A su vez, cuando se compara febrero de 2022 con febrero de 2019 se observa una caída de 6,1 por ciento. Y si la producción de gas creciera significativamente, como no vino ocurriendo durante los últimos dos años, igual existe una restricción en el sistema de transporte que impediría aprovechar esa mayor producción en los grandes centros urbanos.
El 30% del gas que se consume en el país en el invierno es importado
Eso significa que si decide importar la misma cantidad de cargamentos que el año pasado se terminaría desembolsando -al menos- unos 6500 millones de dólares, casi un 500 por ciento más que en 2021 (si se mantienen estos precios de alrededor de 40 dólares). Algunos especialistas esperan una cifra algo mayor.
Además del inconveniente cambiario que genera esto, lo referido va en contra del ajuste del 20% que pretende efectuar el Gobierno en las tarifas por el servicio de gas (después de un año con una inflación del 50% y ante el alza de costos). Debe decirse adicionalmente que el compromiso con el FMI es bajar el déficit del presupuesto (explicado en buena parte por subsidios a las tarifas de energía) a 2,1 puntos porcentuales del PBI este año. El problema entonces es que aumentando un 20% las tarifas en general de energía, se va a incrementar el subsidio (fiscal) en un 30% en términos reales. Con ese porcentaje se produciría un déficit presupuestario mayor a de 3 puntos porcentuales del PBI, muy alejado del objetivo fijado con el Fondo Monetario.
Horizonte desdibujado por el tema gasoil
En cuanto al Gasoil, la demanda de combustibles en Argentina está en niveles muy elevados. Según números de marzo que computan las empresas, el consumo de gasoil se ubica un 10% por encima del de 2019, el último año pre-pandémico. En el caso de las naftas, la tendencia es similar. Influye en la diferencia de comportamiento que -a diferencia de lo que sucede a nivel global, donde el consumo se retrajo por el fuerte aumento de los precios en el surtidor- en la Argentina el precio estuvo congelado durante nueve meses y se solo descongeló en febrero.
Casi un tercio del gasoil que se consume en el país es importado. Hay un valor real de importación, que está en torno a 30% por encima del que se vende al público en general, lo que se conoce como “al surtidor”, lo que genera pérdidas en la industria que se compensan en parte con ventas más caras al campo u otros sectores de la economía.
Hasta hoy se ha generado (además del aprovisionamiento de aproximadamente el 20% del gas que consumimos) el aprovisionamiento del 15% del gasoil que se estima se necesita para levantar la cosecha. Además, el gasoil se utiliza para producir electricidad y esa oferta está en riesgo.
Por su parte, la Confederación de Entidades de Hidrocarburos (CECHA) advirtió de esta situación en un comunicado: “El atraso del 32% por ciento en los precios es lo que llevó a que hoy estemos frente a las primeras señales de desabastecimiento en combustibles claves como gasoil y el diesel.”
En el primer bimestre del año, las importaciones de combustibles y lubricantes crecieron 187,3% y alcanzaron los US$ 824 millones, motorizadas principalmente de gasoil y naftas premium, según datos del INDEC.
El problema en Argentina es múltiple: alza de precios en dólares, menos oferta en el planeta, incertidumbre de precios internacional y geopolítica, dificultad para tomar decisiones internas y generar certezas y previsibilidades en el gobierno, problemas en puertos y acceso a ellos (que afectan la logística) y en el clima político y gremial en los mismos, y desconfianza entre empresas y el gobierno.
El sector agropecuario consume al menos 30% del total del gasoil en el país. Y las circunstancias además están generando algunos comportamientos cortoplacistas de diferentes actores (por dudas sobre el devenir de los acontecimientos) e incertidumbre en empresas, consumidores y clientes, importadores y reguladores.