China frenó el ingreso de aceite de soja desde Argentina. No es la primera vez que esto ocurre. El argumento fue que el producto contiene residuos de solventes con niveles superiores a 100 partes por millón, transgrediendo una norma, que si bien estaba vigente desde 2005, se había hecho una excepción para nuestro país. Todos sabemos que China, con la clara intención de renegociar sus contratos, suele rechazar embarques con excusas de seguridad alimenticia o tomando medidas anti-dumping, entre otras. Los chinos impulsan periódicamente una baja a los precios del grano de soja, sus aceites y harinas. Ya ha ocurrido reiteradamente en campañas pasadas. ¿Cuánto tarda en llegar el impacto al mercado de Chicago y al mercado local? Pocos días.
Pero más allá de analizar el por qué las "excepciones" se rompen (tendrá algo que ver la ausencia de nuestra presidenta en la visita oficial comprometida?), y los chinos comienzan una represalia con un producto que necesitan, surge inmediatamente la reflexión sobre las consecuencias que tendrá este medida para los productores agrícolas de nuestro país, es decir, sobre nosotros.
Sabemos que Argentina es el principal exportador de aceite y pellets de soja del mundo y por ello, los fríos números -siempre discutibles- dirán que los exportadores perderán este año más de u$s 600 millones. Pero tal vez la pregunta más preocupante sería ¿cuánto perderemos los productores argentinos por estas medidas?.
Estamos convencidos que el eje del problema surge a partir de la "la soja dependencia", como consecuencia inevitable de la falta de políticas agropecuarias sustentables y coherentes, dirigidas a mejorar año tras año a un sector que ha sido y seguramente seguirá siendo, la columna vertebral de un país y fundamental actor del mantenimiento del Estado.
Lamentablemente estamos frente a un gobierno que sistemáticamente ha atacado a los productores agropecuarios con medidas espasmódicas, fruto de la improvisación o de la coyuntura. No se aprecia al campo como el factor determinante de la economía y, en especial al complejo sojero, como responsable del 80% del total de las exportaciones agrícolas. El sector en su conjunto ingresará divisas durante la presente campaña por un monto que superará los 18.000 millones de dólares. El Estado será, una vez más, el mayor beneficiado por esta situación, ya que vía retenciones y otros impuestos se quedará con una proporción importante del esfuerzo de los productores: 6.000 millones de dólares solo en concepto de Derechos de Exportación.
Un nuevo golpe sobre los precios afecta la impronta de inversión del productor agropecuario. Se retrae el interés, y por efecto dominó, se vuelven a paralizar el comercio en nuestros pueblos y ciudades.
Frente a esta circunstancia, que constituye un ejemplo claro de las vicisitudes económicas mundiales que la Argentina deberá afrontar y para lo cual debe prepararse, el reclamo de medidas urgentes ante las autoridades son más válidas que nunca.
La implementación de acciones que eviten seguir profundizando la soja- dependencia, no pueden dilatarse. El hombre de campo merece políticas activas. El productor no puede seguir a la deriva de una situación azarosa y dependiente de la voluntad del gobierno. Rentabilidad y sustentabilidad, son mínimamente, dos necesidades imprescindibles para cualquier producción. Esperamos, con sinceridad, que algún día, a corto plazo, sean valorados nuestros reclamos.
Carlos Garetto
Presidente de CONINAGRO