Para Argentina exportar productos y servicios de agroindustria es exportar valor, puesto que los ecosistemas productivos vinculan a la producción agroalimenticia a otras cadenas como la del transporte y la logística, la maquinaria agrícola y la automotriz, la de insumos y aprovisionamiento, el financiamiento, los servicios, la tecnología de la información y la comercialización, entre otros.
Determinadas decisiones del Gobierno que han incluido sostenimiento e incrementos de retenciones a agroalimentos (recientemente a los productos de la industria vitivinícola, del sector lechero y de chacinados, por caso), el conflicto por la exportación de cereales como el maíz y un complicado contexto regulativo y político (entre ellos la llamada brecha cambiaria) resultan un marco de situación obstructivo de exportaciones en general y que afecta especialmente las exportaciones agroalimenticias, que componen más de dos tercios del total en nuestro país.
“Aunque algún actor del cuerpo legislativo de la política considerara que exportar es una ´maldición´, es evidente que, estimativamente, en el 2020 unos 40.000 millones de dólares en exportaciones estuvieron compuestos por exportaciones de origen agroalimentario, lo que supone un 72% del total, una cifra porcentual nunca antes alcanzada en lo transcurrido del siglo XXI y que solo puede compararse con las que se obtenían como referencia hace más de 3 décadas”, pronunció al respecto el presidente de Coninagro, Carlos Iannizzotto.
A lo que agregó: “Consideremos que el complejo con mayores exportaciones es el sojero. Este, junto al maicero, la carne vacuna, el trigo, el de la cebada y el de la uva son los únicos que exportan por más de mil millones de dólares al año. Además, hay numerosos complejos mayormente integrados por pymes que resultan relevantes para las economías regionales en términos de generación de empleo y desarrollo local, por eso hacemos hincapié en la territorialidad y diversificación de los sectores productivos, tanto en producto como en destino, integrando la cadena de valor con una visión sustentable ambientalmente”.
“En consonancia con el trabajo que estamos haciendo dentro de organizaciones como el Consejo Agroindustrial Argentino y la Comisión de Enlace de Entidades Agropecuarias, tomamos con agrado la medida que dejó en cero la alícuota en los Derechos de Exp. de determinadas economías, regionales, sin embargo, los productores necesitamos que esas medidas alcancen a otros complejos que requieren una revisión de su matriz impositiva con celeridad, como el caso de la lechería que atraviesa un sostenido marco de crisis y que representa casi 800 millones de dólares anuales en exportaciones o el caso de la vitivinicultura, donde el complejo de la Uva aporta mil millones de dólares anuales en exportaciones”.
“El sector de cooperativas dedicado a la actividad agroindustrial tiene una relevancia estratégica notoria en la Argentina, en tiempos en los que las cuestiones cambiarias adquieren un significado económico, financiero y político”, señaló el dirigente.
En la siguiente placa, se muestran las exportaciones totales, no sólo las correspondientes a la actividad agroindustrial
Se advierte una diferencia notoria de tres provincias sobre el resto, por ello Coninagro propone un mayor apoyo a las economías regionales y a los sectores pymes agroexportadores, puesto que generaría una mayor participación del interior en el comercio exterior argentino; “En ese sentido es que la entidad plantea en su Plan, un Acuerdo para la Inversión Productiva y el Empleo que sugiere descentralizar las políticas, redirigirlas hacia regiones, atendiendo la especificidad de cada producción y sociedad en particular, en síntesis la propuesta es federalizar la economía. En cuanto a la disparidad entre la capacidad exportadora de las provincias, uno de los desafíos es plantearse que si todas alcanzaran su potencial de desarrollo podrían estar en niveles similares”, sostuvo Iannizzotto.
Iannizzotto: “En lo referido a la formación de precios, el tema medular es la brecha cambiaria”
Otro de los ejes en los que trabaja la entidad es la necesidad de reducir la brecha entre lo que percibe el productor y lo que paga el consumidor en góndola: “En general, cuando hay una modificación a favor del consumidor, el IVA suele generar un salto de precios y después vuelve a la lógica de remarque usual en los supermercados. Que no tenga IVA el producto final, no genera una disminución significativa del precio, básicamente porque hay muchos canales informales que no tienen en cuenta el IVA y que mueven los precios igual. Por caso, eso sucedió cuando se modificó el IVA al cerdo, pegó un breve salto de precios un mes y luego volvió al camino original”, comentaron técnicos del Área de Economía de Coninagro
“Más allá de cuestiones circunstanciales, el tema medular en lo referido a precios es la brecha cambiaria entre los tipos de cambio en Argentina, asimismo lo que se adiciona a los demás impuestos directos como el impuesto a las transferencias bancarias, combustibles o sellados también es una carga que repercute en el consumidor”, sostuvo el titular de la entidad rural Iannizzotto.
“En el sector lácteo, algunos productos tienen IVA diferenciado y algunos IVA 0 como la leche fluida sin ningún tipo de aditivo. En general los cambios en el IVA no benefician al consumidor por lo menos si no son a nivel generalizado, es decir que habría que cambiar toda la alícuota para que tenga un impacto significativo y duradero en el consumidor”, agregaron.
Además, los especialistas sostienen que “si el productor vende en blanco en teoría no paga IVA, con lo cual la resolución de los saldos técnicos no ayudaría al productor porque le seguirían quedando saldos técnicos que no podría trasladar, es decir que esa medida no sería beneficiosa para el consumo, puesto que no generaría incentivos positivos en la producción ni resguardaría al consumidor final”.
“Al no poder cobrar IVA se van acumulando saldos de lo que se paga a proveedores que quedan como “costo” para el productor. El IVA es un impuesto muy regresivo. Otra agenda es plantear la baja de ingresos brutos y eso hay que tratarlo con los gobernadores”, comentó Iannizzotto al respecto.
Retomando la premisa de la relevancia estratégica del sector agroexportador, la Argentina conseguirá, según estimaciones, en 2021 un superávit total de más de 12.000 millones de dólares. Sin embargo, como se observa en el análisis, eso surge del grueso superávit de la actividad de origen agropecuario que permite sostener el déficit de las demás actividades, las que así tienen la capacidad de importar (insumos, bienes de capital, piezas y partes, energía, servicios) para producir. Es este otro enrome valor agregado por la actividad de origen agropecuario al conjunto de la economía.
“No puede ser que en Argentina todo sea motivo de conflicto, que todo se polarice, Así, como enseñó alguna vez el premio Nobel de química en 1977, el belga Ilya Prigogine; ´un sistema no funciona colisionando sus partes sino integrándolas´”, cerró el dirigente rural.