La OFICINA NACIONAL DE CONTROL COMERCIAL
AGROPECUARIO (ONCCA) ya es pasado.
La superestructura que nació en los ´90 para registrar habilitaciones y supervisar los frigoríficos derivó en un organismo de control comercial encargado de cubrir funciones que habían quedado delegadas de las Juntas Nacionales de Granos y Carnes. También fue pensado para controlar que los actores que operaran en la cadena comercial, de cualquier producto de origen agropecuario, estuvieran en regla con todas las exigencias comerciales.
De esta forma se buscaba la transparencia de los mercados, es decir, que todos los comercializadores cumplieran los requisitos que exigía la AFIP, tales como plantas habilitadas, el personal en blanco, sus seguros vigentes, etc.
Nadie objetaba demasiado su funcionamiento porque actuaba sobre el comercio y no sobre la producción. Pero con el advenimiento del kirchnerismo fue caldo de cultivo para la creación de una mega estructura que distorsionó los objetivos iniciales.
Si bien hasta 2007 el organismo controlaba a los operadores de la cadena agroindustrial, a partir de ese año se comienzan a distorsionar las acciones y la ONCCA comienza a intervenir en los mercados. Se crean los lamentables Registros de Operadores de Exportaciones (ROE) con ROE verde (granos), ROE rojo (carne) y ROE blanco (lácteos). Dichos registros sirvieron para que la Secretaría de Comercio autorice la exportación de un embarque determinado, siempre y cuando haya abastecido en tiempo y forma el mercado interno, según parámetros subjetivos del funcionario de turno.
La intervención y manoseo de los mercados provocó una distorsión que afectó los precios de trigo, maíz, leche, carne, y arrastraron al productor al borde de la pérdida creciente de rentabilidades.
Se comenzó a hablar reiteradamente de la mesa de los argentinos y de seguridad alimentaria, y se descuidó a los productores argentinos.
Desde CONINAGRO dijimos reiteradamente que la ONCCA no debía ser eliminada. Y también indicábamos que urgían correcciones para cumplir con los objetivos para lo cual había sido creada: la búsqueda de la transparencia de los mercados.
Con esta medida, conocida recientemente, no se corrige la cuestión estructural, solo se logra un maquillaje falso y de mirada corta.
Sin la ONCCA o con acciones diseminadas entre un puñado de organismos se corre el peligro de nuevas distorsiones y descontroles en las atribuciones del Estado.
Desde diversas ópticas el sector agropecuario, a través de sus instituciones, sostiene que lo más importante para el comercio de granos es precisamente, la transparencia de los mercados. En Argentina se ha apuntado siempre a un mercado donde automáticamente cualquier variación de
precio internacional se volcaba hacia los productores.
Se incentivó siempre una competencia entre la industria local y los exportadores. Ese precio justo es el mejor incentivo. No hay otro aliciente más valioso que determine la decisión del productor para poner todo su esfuerzo sobre determinada actividad.
La transparencia es el camino para que ese precio se pueda reflejar no solo en operaciones disponibles sino para las operaciones a futuro, como una importante fuente de financiamiento, que aseguren los costos de producción.
Creemos que llegó el tiempo de astutas definiciones.
En el Congreso existen varios proyectos de ley y sería bueno que en este año electoral se los tenga en cuenta. Es necesario debatir proyectos en el propio ámbito legislativo, para lograr la reformulación de un organismo de control y fiscalización.
Un organismo que elimine las cuotas de exportación, los ROEs, que agilice y desburocratice la registración, que no genere un sistema de compensaciones para pocos, ni que base su esquema en los derechos de exportación.
Necesitamos generar hacia el futuro políticas de Estado en materia de comercialización con la transparencia y la equidad que requiere tanto el mercado interno como el internacional. Políticas a favor de todos los argentinos.
Ing. Agr. Carlos A. Garetto